domingo, 1 de septiembre de 2019

PENSAR DESDE EL GRUPO O LA COMUNIDAD

(apuntes sobre Facilitacion Noviolenta de Comunidades para Transiciones Ecosociales: F-NET)
Sobre textos de: Nacho García Pedraza, Jose Luis Fernández Casadevante, Javier Fernández Ramos, Tatiana Sibilia, Fernando Cembranos. Jose Angel Medina. Introducción de: Yayo Herrero


PENSAR DESDE EL GRUPO O LA COMUNIDAD

Un grupo está formado por una serie de personas con un objetivo común (este objetivo puede ser más o menos claro, más o menos explícito). Para poder alcanzar sus objetivos el grupo se organiza y tienen lugar múltiples procesos que determinarán su buen funcionamiento. Procesos protagonizados por las personas y sujetos a una serie de estructuras que configuran el propio grupo. Las estructuras son necesarias para hacer más democrático y eficiente el grupo, pero deben tener la flexibilidad de ser una herramienta colectiva, no un corsé. La idea sería que los grupos se muevan bajo la premisa de “ni la tiranía de la falta de estructuras, ni su exceso”.

¿Qué es un grupo eficiente? Grupos Inteligentes.

Desde una comprensión de la realidad como algo construido socialmente, el valor de lo colectivo adquiere mayor relevancia. Transformar la realidad se convierte en una tarea colectiva. El cambiar con, en lugar del cambiar para o por, el respeto al otro, el apoyo mutuo, la coherencia entre fines y medios, son características que combinadas con la búsqueda de organizaciones comunitarias eficientes y eficaces ya nos conduce a unas prácticas determinadas que caracterizan a los grupos inteligentes.
El grupo inteligente es el que consigue de forma colectiva ser más que la suma de las partes.
Podemos considerar que un grupo es inteligente cuando:
-          Realiza colectivamente aquello para lo que ha sido formado y lo hace bien.
-          Integra el bienestar de las personas individualmente con el del grupo en general. Las personas conocen el placer de trabajar colectivamente.
-          Socializa el cerebro de cada uno de sus miembros y da lugar a una inteligencia colectiva. Utiliza las ventajas del pensamiento en grupo y supera las limitaciones del individual.
-          Aprovecha la diversidad de las personas que lo componen: habilidades, cerebros, sensibilidades, afectos…, en lugar de considerarla un problema. No se convierte cada diferencia en una oposición y los conflictos son planteados para optimizar sus planteamientos y su estructura.
-          Hace que el sentido del grupo, o sea su razón de ser, sea resultado de una construcción colectiva real, no impuesta, figurada o inexistente.
-          Tiene una estructura orientada a la tarea y al sentido, decidida y diseñada por el propio grupo. Tiende a construir una estructura horizontal en las que las personas pueden participar, decidir, trabajar y aprender.
-          Pone en marcha instrumentos, recursos y planteamientos que facilitan una interacción cooperativa y multiplicativa al contrario de los sistemas de trabajo que solapan, se contraponen o dividen el esfuerzo de las personas.
Para que un grupo funcione de forma inteligente hemos de considerarlo como un sistema complejo, es decir, un sistema en evolución, afectado por múltiples factores. No basta con que mejoremos la estructura o los procesos que se dan internamente, necesitamos atender también a las personas que lo integran y a los objetivos que persiguen (como grupo y como personas).
Facilitar el buen funcionamiento de un grupo, su cuidado y mantenimiento ha de contemplar todos estos factores y el grupo será más sólido cuanto más integradas tenga las habilidades necesarias para hacerlo.

Los Pilares de la efectividad de un grupo: Objetivos, Personas, Proceso

Los tres pilares de la efectividad grupal (Objetivos, personas y proceso) no son pilares estancos, sino interdependientes. Lo que sucede en un ámbito está atravesado y afecta a los otros dos. Conocerlos y entender lo que implica cada uno de ellos nos ayudará a mejorar la eficacia de nuestros grupos y comunidades. La “buena voluntad”, aunque necesaria, no es suficiente para que el grupo o comunidad goce de buena salud y funcione bien. Desde el rol de la facilitación necesitamos atender a las tres dimensiones.

Objetivos

Los objetivos son la parte más visible de un grupo, lo que nos une: los resultados esperados, para qué estamos juntas/os. La Facilitación ayuda al grupo a que, conjuntamente, se diseñe la visión común y la misión que la Manifestará. Una visión bien elaborada describe el futuro compartido que queremos crear. La misión es la manera en que queremos hacer manifiesta nuestra visión en términos físicos concretos. Los objetivos, aspiraciones y estrategias sirven para desarrollar la visión. Son los pasos que vamos dando en nuestra realización de la misión. Un último nivel de concreción de estos pasos son las “propuestas” que suelen originarse como respuestas a las necesidades detectadas por el grupo y sus miembros.

Proceso

Toda idea u objetivo necesita de un proceso para convertirse en realidad. El grupo necesita estar atento al proceso, puede que un grupo no funcione bien no por las personas que lo configuran, no por que no tenga los objetivos claros, sino porque sus procesos no funcionan. Las competencias para conducir procesos son las fuerzas para que un grupo pueda avanzar. La atención se pone en crear estructuras en las que se definen cómo…
-          Se diseña y gestiona el trabajo,           
-          Comunican los miembros entre sí y con el grupo,  
-          Se toman las decisiones,          
-          Se evalúa y se hace un seguimiento del trabajo,
-          Se atiende a la gestión emocional y en su seno, cómo se gestionan los conflictos.

Personas
Las personas y los grupos son entes complejos. Una persona suele pertenecer a más de un grupo o comunidad. Su experiencia y vivencias en cada uno de ellos afectará a sus vivencias y experiencias en los otros, para bien y para mal. Las relaciones entre las personas, de ellas consigo mismas o de ellas con el grupo en su conjunto son una fuente constante de actividad en un grupo. Desatenderlas, ignorarlas o forzarlas, anulan y dañan todo: personas, proceso y objetivos. De los tres vértices de nuestro triángulo, este es el que entraña más complejidad. La experiencia en los grupos causa heridas en muchos de sus miembros. Desde la facilitación nos proponemos ayudar a los grupos a acoger todas las necesidades, las diferencias individuales y escuchar todas las voces. El cuidado de las personas nos inspira a buscar el equilibrio entre los espacios personal y grupal, identificando y respetando los límites personales de los individuos. Una herramienta profundamente valiosa es la forma en que nos comunicamos. Defendemos como imprescindible para la transformación de conflictos, la comunicación noviolenta, basada en la empatía (cómo escuchamos) y la asertividad (cómo nos expresamos).



Lo visible y lo invisible
Cuándo como facilitadores atendemos a un grupo, sabemos que éste no se manifiesta solo en una realidad visible, o realidad consensuada (que todos vemos y podemos acordar), sino que se expresa también en una realidad menos visible o realidad no consensuada.

Realidad Consensuada:

Es la estructura externa y visible de todo grupo. Es la identidad primaria del grupo, aquella en la que el grupo se reconoce a sí mismo y que muestra al exterior. Tiene una parte formal, visible en la tarea o actividades que el grupo realiza para conseguir sus objetivos; visible en estatutos, reglamentos, códigos de conducta, etc., con los que el grupo se dota para regularse a sí mismo, y visible en el espacio en el que el grupo opera, en los elementos presentes en dicho espacio y en la manera en que se distribuyen y funcionan. Y tiene una parte informal, que se manifiesta en el día a día, en el ambiente de trabajo que se crea, en los valores y actitudes que acompañan las conductas admisibles así como las opiniones y contenidos conversacionales aceptables.
Realidad no consensuada:
Se trata de una realidad subyacente a la anterior. Se utiliza la metáfora del sueño por ser una dimensión menos consciente, más invisible. Está poblada de sentimientos y emociones, temores y expectativas, y en la que actúan fuerzas de atracción y repulsión que caracterizan todo campo dinámico. El grupo como tal, no es consciente de muchos de los elementos presentes en la realidad secundaria, ni tampoco es consciente de la presión que ejerce para mantener reprimidos o negados algunos de ellos.

Cuatro espacios clave para crear comunidad

Una vez identificados los tres pilares de la efectividad grupal, podemos identificar cuatro dimensiones o espacios de un grupo necesarios para que un grupo funcione de forma óptima. Estos son los espacios en los que se desarrollan o suceden los tres pilares y todas las cuestiones relacionadas con ellos. Un espacio en el que prevalece la mente (desde una lógica productivista), un espacio para celebrar y compartir, un espacio para crear e imaginar y un espacio para lo emocional. Es bastante frecuente que se diseñen las estructuras de un grupo atendiendo solo a una o dos de estas dimensiones o espacios (normalmente la relacionada con la mente y algunas veces la creativa o la celebrativa), que son las que quedarían en el campo de lo visible, y se suelen desestimar la importancia de las otras, dejándolas en el nivel de lo invisible. Las emociones pueden quedar relegadas a lo invisible, sobre todo en grupos muy orientados hacia la tarea, pero puede también puede suceder lo contrario, por ejemplo en grupos que al cabo de un tiempo permanecen juntos simplemente porque son amigos, pero ya no recuerdan ni las tareas ni los objetivos. La facilitación ha de tener en cuenta las cuatro dimensiones o espacios.

            Espacio de toma de decisiones
            Espacio de cohesión
            Espacio de creación estudio
            Espacio para las emociones
Necesidades y motivaciones personales
Las personas tenemos una serie de necesidades que han de ser satisfechas. Algunas directamente relacionadas con la subsistencia física y otras con nuestro pleno desarrollo como personas. Como seres sociales que somos, los grupos son el espacio natural en el que y desde el que satisfacer dichas necesidades. La participación sería una de estas necesidades fundamentales según la clasificación elaborada por Max Neef12 y con frecuencia la motivación para participar en un grupo suele ser la satisfacción de una o varias de las demás necesidades. Fundamentales.
Conocer el funcionamiento de las motivaciones/necesidades que tienen las personas en los grupos permite satisfacerlas individual y colectivamente. La inteligencia del colectivo radica en conocerlas e integrarlas en la vida del grupo, no ocultarlas o negarlas.
NECESIDADES

-          Significación social
-          Poder
-          Utilidad
-          Sentido y creencia en el grupo
-          Protección y seguridad
-          Aprender
-          Afecto
-          Diversión y humor
-          Identidad y pertenencia
-          Creatividad
Interacciones en los grupos
La interacción es la esencia de un grupo. Constituye la unidad básica de conducta del grupo. A través de la interacción es como el grupo puede conseguir ser más que la suma de las partes.
Comenzar a conocer un grupo es mirar su comportamiento y el modo predominante que se da en la interacción.
Lo habitual es que en un grupo se den varios tipos de interacciones. La diferencia entre unos grupos y otros es la frecuencia relativa de cada una de ellas, que habitualmente aparecen mezcladas y no en estado puro.
En la tabla de interacciones incluimos una posible clasificación de interacciones, su definición, cómo se produce y cómo trabajarla desde la perspectiva de Grupos Inteligentes (estos deberán tender a potenciar y favorecer las interacciones aditivas y multiplicativas).